lunes, 31 de enero de 2011

La culminación de la absorción.

Congelación de lo líquido. Olympus OM10. En mi cocina de Reykjavík.

Ella seguía encontrando el recoveco por el cual perderse entre la cilíndrica y pestilente oscuridad. Él seguía tratando de apretar con ahínco el tapón del desagüe, poniendo todo su empeño en estancar aquél fluir helado. No había remedio. Cuando trataba de atender al origen de aquél metálico manantial, sus manos se perdían entre la goma del tapón y ella encontraba de nuevo la salida. De una oscuridad desconocida hacia una tiniebla por conocer, pasando por esa aparente tranquilidad del resplandor plomizo. ¿De dónde salía aquél torrente de pretendida transparencia? ¿Quién había abierto el grifo? Entre cada ida y venida de lo onírico a lo telúrico se hallaba en la misma lucha. El anhelo de dar forma, color, sabor y sentido a lo informe, incoloro, insípido y caótico. La desesperación por encontrar el duermevela sabiendo que se ha llenado el fregadero, que el sinsentido no ha abierto las puertas del desperdicio. Los días también sufren. Ese sudor frío que supura del metal cuando ve la translúcida luz al final del tubo y sabe que va a salir disparado hacia un metal aún más mojado y más frío. Sin saber su siguiente forma. Su próximo sentido. Sabiendo que su destino pueda hallarse entre el desagüe, si las manos del que tiene delante no toman en cuenta la importancia económica del deseable rotar de la Tierra. La economía vital por excelencia. Él mira hacia la ventana: la regadera colmada con un cepillo para limpiar los platos. El potencial proteico del otorgar sentido al caduco manantial metálico. Él lo sabe. Algún día alguien cerrará ese grifo. Y todo el fluir estancado volverá a deslizarse tras un supuesto espectro cromático que él se imagina tintado de negro. Esa ausencia de color que le recuerda al lugar en el que jamás estuvo. Una amable y consoladora contradicción, el recuerdo de lo inexperienciado. ¿Cómo llenar un día con todos sus minutos y segundos? Derrotado, se deja abstraer por el brotar de la transparencia que busca de la opacidad. Absorto en las formas que toma lo informe en su viaje hacia el plomizo abrazo, la goma encaja con el desagüe y el agua toma su sitio. Lo que le pertenece: el olvido, la absorción, la plenitud.