viernes, 25 de junio de 2010

Sin sorpresas

La oscuridad no le sorprendió y la sequedad de sus ojos se lo confirmaba: había dormido poco. Trató de mantener la cabeza asida a su almohada pero sólo lograba ladearla de un lado a otro. Sabía que era demasiado pronto para despertarse aunque era consciente de que no podría volver a coger el sueño, precisamente por eso, porque era consciente de ello. Levantó su brazo derecho y tanteó la pared para tratar de encender la luz. Ella le cegó por unos momentos y él se volvió a revolver entre las sábanas, queriendo encontrar entre los pliegues de aquél tejido alguna esperanza por dejar de lidiar contra el desvelo y entrar en el hogar del duermevela. Faltaba demasiado poco para dejar de dormir en aquella habitación, demasiado poco. Se incorporó y fijó su mirada al suelo: los ojos le ardían y la cabeza le pesaba más de la cuenta, parecía como si su cerebro pidiera a gritos un jarrón de agua, podía sentir los recovecos de su masa cerebral morirse de sed, golpeando el hueso para tratar de escapar de aquella cárcel y sumergirse en cualquier barreño de agua. Consiguió despegar su sedienta mirada del suelo y dirigirla hacia la inmediatez de aquella habitación que lo había acogido durante el último año. En ella había leído, había hecho el amor, se había pasado horas sentado estudiando, había llorado tumbado en la cama mientras escuchaba aquellas canciones que le atravesaban el alma, había bebido, se había cuidado, se había dejado, había preparado viajes, se había vuelto loco con un libro entre las manos y había echado de menos aquello que aún no había logrado. ¿Qué coño iba a hacer con su vida? ¿Estaba haciendo realmente lo que había soñado o se estaba engañando? Otra vez aquellas malditas preguntas. La tarde anterior también se vio asaltado por ellas y marchó a pasear a los campos de las afueras de su ciudad. Caminó entre el cemento con aquella canción colgada de sus orejas y, para cuando llegó a la tierra, se deshizo de ella, la descolgó de sus lóbulos y se la guardó en los bolsillos. Entonces olió la tierra y la siembra seca, muy seca. Caminó en dirección a Occidente, donde el sol muere. Aquellos campos que habían acogido sus más profundos paseos y sus agónicos pasos apresurados que le obligaban a respirar con energía. No era aquél un día para correr, prefería sentir aquella tierra. No quería pensarlo pero, de una forma u otra, se estaba despidiendo de ella. Y, lo que le hacía humedecer sus ojos, él no sabía por qué marchaba. Había sido educado en una cultura del objetivo, detrás de toda acción debía haber un motivo digno que sustentase todo el proyecto. Dignidad. ¿Qué significaba realmente eso? Sentía que debía partir hacia el norte pero no sabía por qué. No tenía nada. No era nadie. Había dejado muchas cosas por estudiar algo que, a ratos le llenaba de vida y a ratos se la quitaba. Todo su esfuerzo, todas sus horas delante de los libros, quedaban en saco roto. Como aquellas horas que se había pasado entre pesas, bicicletas, gafas de natación y zapatillas de correr. Quedaba el esfuerzo, la ética y el hábito que enfortecían la vida y la voluntad. Al final todo era cuestión de persistir en la costumbre. Sabía que el Sol estaba consumando su sempiterna cópula con el horizonte. Se sentó entre la hierba y miró a la ciudad. No quería persistir por persistir, no quería hacer algo por notar simplemente que se esforzaba en algo. Sentía que a su vida le faltaba aquella pasión que tenían los hombres a los que leía y admiraba. No podría llegar muy lejos sin pasión. Sin el πάθος (pathos) uno no se pasa noches enteras escribiendo un libro, ni recorre ávidamente el mundo a pie, ni escala ninguna montaña. El esfuerzo sin pasión acaba convirtiéndose en tedio, que eran los pasos certeros hacia los que estaba dirigiendo su vida. ¿Por qué levantarse de la cama? La pasión lo podía quitar de las sábanas en cualquier momento de la madrugada, el esfuerzo por el esfuerzo le convertía en un vago patán que se levantaba lánguidamente, arrastrando sus pantuflas por todo el pasillo. Quería recuperar la pasión pero, ¿dónde?
Bajó y se encontró a sus padres preparándose para ir a trabajar, los saludó y ellos le preguntaron qué hacía despierto a esas horas: "tengo faena", con aquello intentó evitar más preguntas y esconder aquella agonía que le había llevado al llanto entre la seca siega. Se puso a mirar los informativos. Hablaban de muerte y de corrupción. Él no escuchaba, sólo miraba unas imágenes que aparecían por un cristal, su mirada estaba perdida entre su futuro. Antes de partir hacia aquella cárcel que, paradójicamente, la liberaba, su madre le dijo un: "¿qué te pasa?". "Nada mamá, estoy cansado". Supo que, por segunda vez en aquél día, no había conseguido engañarla.
La sequedad del campo le había secado las cuencas de los ojos y se encontraba delante de un ordenador, intentando poner orden a todo aquéllo que, pobre de él, aún no sabía ni lo que era. Allí se encontraba, escribiendo en pasado lo que tenía inmediatez de presente y urgencia de futuro. Tratando de esconder las grietas del alma. Intentando poner en boca de otro lo que era sólo propio de él, buscando en un sujeto real y, a su vez, ficticio un apoyo empático con el que compartir lo que aún no había encontrado. ¿Dónde buscar cuando no se sabe lo que se quiere encontrar? Un pretérito literario que no conseguía engañarlo, un intento catártico destinado al fracaso.

sábado, 19 de junio de 2010

Mediterráneo helado

El simposio platónico tuvo ambición de ser universal y con los años aquellas palabras amenizadas por las cráteras se extendieron por todo el mundo que, de una manera u otra, iba guardando relación con la Grecia Clásica.

El banquete fue tan universal que pudo salir del ambiente mediterráneo en el que había sido llevado a cabo y viajó, muchos siglos después, hasta los confines del Océano conocido, la Última Thule de los germanos.

¿Cómo pudo un banquete ateniense, tan circunscrito a su ámbito, devenir en algo universal? Puede decirse que, en este caso, Platón se realizó enteramente como ático. En otros diálogos, quita el velo a lo aparente pero la ἀλήθεια que surge sigue estando embebida, cómo humano que es, en su contexto. En el banquete todo adquiere un tinte diferente, los matices siguen siendo áticos pero la esencia es puramente humana. Platón une a través del texto las dos ambiciones propias de lo humano: el anhelo de trascender y la vida en lo inmediato. El ἔρως platónico y el ἔρως sáfico. Lo realizable en la trascendencia y lo realizado en lo inmediato.

Lo sáfico es lo que desea ser realizado ahora, en este mundo, lo que se desvive por ser poseído y por poseer. Lo platónico es la tendencia a realizarse en la unión con lo nunca alcanzado, con el recuerdo de lo que fue y jamás será. En eso estriba el amor más excelso que, a su vez, es el más real: la constante búsqueda de la unión, de aquello que, por faltarnos, nos hastía. La satisfacción, la verdadera satisfacción se halla en la batalla perdida por lograr reunirse con lo perdido. Ahora bien, lo sáfico no es descartado. El camino hacia la búsqueda surge de lo encontrado, de lo que se tiene o se desea tener inmediatamente. Lo poseído nos recuerda aquello que nos poseía, y nos guía en nuestro camino hacia lo que habíamos perdido. Lo carnal nos ayuda a recordar qué era aquello que habíamos perdido pues, en su extravío, hemos olvidado su verdadera esencia. Lo carnal ayuda a encontrar lo ideal y lo ideal es la punta de lanza de lo carnal.

La ironía tiene aquí cierta importancia, parecería ser entonces que todo contacto vital se hace, lo sepa uno o no, en razón de aquél amor primigenio que se ha perdido y que se va recordando a través de las relaciones carnales. Toda relación responde a un patrón en el que hallamos semejanzas con lo perdido.

La Última Thule, Islandia. ¿Cómo podría llegar todo eso hasta allí? Sólo nos queda comprobarlo. Hay dos canciones, dos bellísimas composiciones de un grupo islandés que responden a cada concepto de amor expuesto más arriba y que se unen en una potente novela de Thor Vilhjálmsson, como su nombre indica, también islandés.

La primera canción, “Viðrar vel til loftárása” del grupo “Sigur Rós”, la letra originalmente está en islandés pero la he buscado traducida para captar el mensaje de la canción, complementado perfectamente por el videoclip que el mismo grupo ha producido.

“Viðrar vel til loftárása” // Good weather for airstrikes

I Slide Forward
Through My Head
I Think Half Way
Backwards
See Myself Sing
The Anthem We Wrote Together
We Had A Dream
We Had Everything
We Rode To The End Of The World
We Rode Searching
Climbed Skyscrapers
Which Later Exploded
The Peace Was Gone
Balance Leaks Out
I Fall Down
Slide Forward
Through My Head
I Always Return To The Same Place
Total Silence
No Answer
(But) The Best Thing God Has Created
Is A New Day

Un buen clima para los ataques aéreos, el rayo de Zeus que cae sobre el andrógino y lo escinde en dos, sobre el andrógino que quería descubrir lo divino y es castigado a descubrir al otro, a descubrirse a sí mismo. Lo escindido que se busca en lo dado, aquí y ahora. Y en esa búsqueda en lo térreo quieren escribir un himno juntos y lo escriben con sus manos, encontrándose, recordando lo que habían sido. Uno se descubre en el otro, quita el polvo a lo aparente y bebe de lo que se revela a través de lo otro que, a fin de cuentas, no es sino él mismo. La realización en lo inmediato de este anhelo por desvelarse. Este descubrirse en el otro, encontrar en la relación con la alteridad el camino hacia lo perdido, ha querido ser controlado por todos los sistemas de poder; ya que es una peligrosa arma para los cimientos de lo estable, en el descubrirse en lo otro se desvela una moral, un hacer, que diverge normalmente de la tradición establecida. Es el caso, en el videoclip de la canción, del padre que se lanza a separar a los dos críos que se funden en su propio desvelo.

Es el turno de la siguiente canción, del mismo grupo, titulada “Glósóli”. El videoclip también es muy sugerente para acabar de entender lo que quiero decir:


“Glósóli” // Immortal

Now you awake
Everything seems different
I look around
But there's nothing at all

Out of shoes, I then find that
She is still in her pyjamas
Then found in a dream
I hang of (an) anticlimax

She is with the sun
And she is, here inside

But where are you...

Go on a journey
And roam the streets
Can't see the way out
And so use the stars
She sits for eternity
And then climbs out

Glowing sole, like she
So come out

I wake dream-ocean
My heart beat
Mixed up hair…

Madness with far-crazy
Witch is compulsory

And here you are...

I felt...

And here you are,
Glowing sole...

And here you are,
Glowing sole...

And here you are,
Glowing sole...

And here you are...

No encontrando paliación para nuestro corazón en lo terrenal, éste se lanza hacia lo que hay más allá del acantilado intentando alcanzar la verdadera unión con lo escindido, allá en el horizonte. Allí se encuentra el la luz solar, el verdadero amor que una vez perdimos y que no cesábamos de buscar entre las rocas y recovecos de la Tierra, cuando lo único que necesitábamos era correr hacia el abismo. El amor que nos hace inmortales que plasma nuestra existencia en la mutua unión en lo trascendente. Anhelo de inmortalidad, anhelo de trascendencia. No significa esto despreciar todo lo que uno va encontrando en su camino hacia el despeñadero, lo que trato de decir es que Platón nos incita a encontrar señas que nos indiquen el camino hacia la costa en nuestro caminar entre lo aparente, lo caduco y lo carnal.

La unión de lo sáfico y lo platónico en Islandia se da de la mano de la novela “Arde el musgo gris” de Thor Vilhjálmsson. Se narra allí la diatriba de un juez que debe juzgar a una pareja de hermanos acusados de incesto, de una pareja de humanos que se descubren entre sí mismos y que en su investigación conciben el fruto indeseado de sus encuentros nocturnos. El amor que profesan es sáfico, se realizan el uno entre el otro a través de sus encuentros pasionales, se introducen dentro de sí mismos aquí y ahora. Y, a su vez, su amor no es de este mundo, el ámbito del κοινόν así lo ha decidido. Su amor no es enteramente realizable entre las yermas estepas islandesas, ante la insidiosa mirada de sus coetáneos. El ἔρως que los mantiene vivos y cálidos entre la frialdad del norte, a su vez les impulsa a querer ser inmortales, a precipitarse al angosto mar y encontrarse en lo trascendente, en aquella verdadera realidad dónde la expresión jamás se verá sometida a la opinión. Lo sáfico y lo platónico. Trágico es el destino que les depara. Uno de ellos se enfrentará heroicamente al juicio, logrando asumir lo dado y esperando aquél premio de inmortalidad, aquél lugar donde retozar sin la acuciante mirada de sus vecinos. Otro, caerá irremediablemente ante la opinión del κοινόν y someterá su amor platónico al amor convencional de su comunidad.

El magistrado hacía todo lo posible por limitarse a lo que correspondía a su función. Nunca había visto a aquella mujer. Pero era como si la hubiera visto alguna vez, en algún lugar. ¿Dónde? Probablemente en ningún sitio. Pero había algo que le resultaba conocido en aquella altivez de mortal palidez. Algo que conocía, que sabía, que creía comprender de alguna forma; nunca antes la había visto.

¿Había sido en un sueño, había sido en la poesía? Era algo que él había intentado componer y que tal vez jamás había logrado concluir, hasta el instante en el que la ve en pie ante él y sabe que su poder no puede alcanzarla.

Jasón, piensa: Medea que se halla ante Jasón y toma venganza. Le devuelve el golpe. Venganza para la que jamás podrá haber compensación alguna, ha matado a sus propios hijos. ¿Por qué piensa en Medea en aquel relámpago cuando se encontraron sus ojos con los de ella, y se da cuenta de que su poder no podrá jamás alcanzar a aquella mujer?[1]

El amor de aquella mujer que está siendo juzgada, su confianza en el goce inmortal, en la unión trascendente con lo perdido en lo terrenal, le otorga un poder más allá de los límites humanos. Ya no importa morir, ya no importa ser juzgada. Sólo importa ella y su destino. Ella y la unión amorosa consigo misma, con él, en la inmortalidad; no importa a quién se tenga que llevar por delante. Ella se sabe en otra realidad, en la verdadera realidad. Su existencia ya no es de este mundo. A través de la carnalidad, del amor sáfico, ha descubierto la guía interna que seguían todos sus pasos, la realización del verdadero amor en lo trascendente. Más allá de la vida y de la muerte.



[1] Thor Vilhjálmsson, “Arde el musgo gris”, Nórdica Libros, Madrid, 2007, págs. 256 -257

martes, 15 de junio de 2010

Rímur y Jónsi

Desde que me despierto hasta que me voy a la cama ando pensando en trabajos y exámenes. De esto ya hace un mes y medio. Aún me quedan 3 semanas. He logrado mantener la cordura gracias a pequeñas salidas los fines de semana: a escalar, a correr... pero este sábado va a ser perjudicial. Voy a multiplicar las posibilidades de entrar en un loco trance a raíz de las canciones de Jónsi. Si, me voy al Sónar. Pagué 60 eurazos para una entrada donde solo conocía a Jónsi... ¡y bien contento que estoy!

Ahora, mientras leo a Hume y acabo los trabajos de literatura griega, voy escuchando aquél precioso estilo musical al que Thor Vilhjálmsson ya hace alusión recordando la Islandia que quería salir del medievo con la instauración de un derecho que, inevitablemente, lleva a cuestas la instauración de un concepto de nación, de comunidad. El rímur. Una especie de poesía cantada. No puedo decir mucho más, me pica la curiosidad y voy a buscar más cosas sobre este estilo. De verdad, es de aquella música que se siente con la piel.

Mientras estudio, un rímur de Steindor Andersen acompañado de Sigur Rós:

Cuando mi pensamiento se dispara hacia este sábado... Jónsi!!

viernes, 11 de junio de 2010

Ruta en bicicleta entre Reykjavík y Núpur.

El curso de islandés se realiza en Núpur, una ciudad a unos 430km de Reykjavík, sin apartarse del camino, evidentemente. Decidí recorrer esta distancia en bicicleta por dos motivos: más barato que el avión y el autobús, y era una buena oportunidad para conocer el Oeste de Islandia. La travesía me llevará unos diez días, ¡o eso creo!

El mapa es simplemente un proyecto de ruta, seguramente me desviaré hacia el volcán Snæfellsjökull, aquél famoso volcán por el que Otto, Axel y Hans descienden hacia el centro de la tierra en la también conocida obra de Julio Verne.
A la vuelta, el curso se realiza entre el 2 y el 21 de Agosto, tengo planteado pasar por los Highlands, la parte central de Islandia que es prácticamente inaccesible en invierno.

De momento, debo llevar la bicicleta al mecánico, comprar las alforjas e ir ideando una estrategia para montar una tienda de campaña solo y con vientos bastante fuertes. Tampoco debo olvidar la orientación, el manejo de la brújula será esencial si quiero desviarme de la ruta marcada y deseo llegar a tiempo al curso.

Góða nótt!


Ver Reykjavík - Núpur en un mapa más grande

martes, 1 de junio de 2010

Islandia, un país pequeñito con un buen par de (ejem) cojones.

He recibido muy poca información sobre lo sucedido en el Mediterráneo oriental, seguramente ésta estaba, para bien o para mal, politizada e interesada. Aún así, cabe resaltar lo sucedido en este pequeño país que, en contra de lo políticamente correcto, se ha posicionado. Islandia va a decidir cortar las relaciones económicas o políticas con Israel.
Y es que ya está llegando demasiado lejos este decoro asfixiante que caracteriza a Europa. Sus políticas se decantan claramente , o eso aparentan, hacia los tópicos que los definen. Eso por lo que respecta a su especulación, por lo que atañe a la acción... suelen ser bastante grisáceos. Algo que sorprende, pues sus impulsos especulativos están bien definidos. En esa amalgama de blancos y negros que se produce cuando los gobiernos Europeos actúan, o dejan de actuar, se entreve una clara decisión escondida bajo la tolerancia de la dialéctica mal entendida. En resumen, que la dialéctica conciliadora y grisácea debería reservarse para el momento de la especulación y la decisión, siempre decantada hacia un lugar concreto, debería determinarse en el momento de la acción.
Aplicándolo al caso concreto de lo que hoy nos atañe: deberían dejar el decoro político en el WC y posicionarse, para respaldar o condenar, ante los hechos del Mediterráneo oriental. Claro, quizás con la pérdida del decoro político salta por los aires esa pretendida unidad de lo que siempre ha estado desunido. ¿Esto de la unidad de Europa va a durar mucho más? Si ésta se fundamenta en el decoro político, entre otras cosas eminentemente económicas y supuestamente pacifistas, creo que sí. Los hábitos cuestan de abandonar porque son eso, hábitos. Vaya escape más típico me acabo de marcar.

Sin más, os dejo con la noticia.

Vuelo Barcelona - Islandia

Utilizaré el gestor de mapas de Google para ir colgando las rutas que voy haciendo. De momento, una prueba con el vuelo.


Ver Vuelo Barcelona - Reykjavík (Aeropuerto de Keflavík) en un mapa más grande

Besti Flokkurinn

¿Quién dijo qué los norteños no tenían humor? El "Partido Mejor" ha ganado las elecciones en Reykjavík. Una apuesta para afrontar la desidia de la política islandesa con un toque humorístico. Lejos de analizar el descontento político como un garante para la intromisión de regímenes totalitarios, entiendo dicha aflicción como un buen momento para cambiar las cosas. Eso sí, para bien y para mal.
De hecho, ¿no es ya un cierto totalitarismo ese bipartidismo que convierte la pretendida democracia en una simple alternancia de partidos, lejos del matiz grisáceo que caracteriza al demos? ¿Es dicho bipartidismo lo que configura el decantamiento por el blanco o por el negro del demos, o es ya el mismo demos una masa decantada? Quizá ambas, quizá ninguna. En todo caso, el vídeo da ganas de ir a Reykjavík. El "íslensku" parece bien bonito.

El vídeo no se ve bien con este formato de blog. Pinchad sobre el vídeo para verlo en Youtube directamente.