martes, 20 de abril de 2010

Mezquindad y periodismo de sucesos

Ni racionalidad, ni empatía, ni cognición, ni artefacto, ni cultura... lo que define mejor al ser humano es su suprema capacidad para coquetear con la mezquindad.

¿Un ejemplo? Los diarios y telediarios abren sus editoriales con el caos aéreo en Europa y lo contrastan con la apacible calma que vive Islandia. ¿Calma? Los granjeros lo han perdido todo, la carretera nacional (la única) se la ha llevado la lava hasta el fondo del mar y todo el manto verde que cubría los valles del sur de la isla están cubiertos de ceniza; por no hablar de que el glaciar que cubría al Eyjafjallajökull se ha fundido y ha inundado de agua y ceniza todo lo que encontraba a su paso. ¿Alguien ha leído, visto o escuchado algo sobre todo esto? Todos los medios espetaban las pantallas y los diarios con el terrible sufrimiento de los miles de pasajeros que se han quedado atrapados en los aeropuertos; en fin, mirándolo bien, al menos tienen un techo para refugiarse.
Que si. Que sé que pasar horas y horas en un aeropuerto es un soberbio tostón pero, ¿qué hay de los que han sufrido la explosión del Eyjafjallajökull a pocos kilómetros de distancia? ¿Periodismo objetivo? ¿Despolarización de los medios de comunicación? ¡¿Quién [coño] se cree eso?!

El periodismo, por definición, no puede ser objetivo pues, como todo artefacto salido de las falanges de un homínido, pasa antes -mucho antes- por el tamiz de la subjetividad. Incluso la ciencia, que pretende ser objetiva, no tiene otro remedio que aceptar que la aportación del sujeto en la experimentación es lamentablemente (para el amante del objeto objetivizado) común y normal.
El hombre nunca vacía sus pulmones sin un fin concreto, nunca habla por hablar; habla por y para algo. Hablar por hablar y hablar desinteresadamente son una contradicción, un oxímoron... un eufemismo que acalla la corrupta (en tanto que material) naturaleza del ser humano. Todo sonido que sale de la boca del hombre viene acompañado del sonido vocálico sometido y aprendido desde los primeros destellos del mono que sabe que sabe: el "do ut des", el doy para que me des, el interés puro y duro.
Dicho interés permite, entre otras cosas, la supervivencia de todo bicho viviente en la tierra. La cultura y los tiempos modernos, mucho más que los medievales, han intentado apartar al hombre de la naturaleza; incluso los sofistas sabían que, aunque el hombre vivía en el "nómos", la ley, no podía subsistir sin la "physis", la naturaleza. El yo autosuficiente y autopensante de los modernos unido a la búsqueda de lo puro y primario en la "psyké" humana fomentó la ocultación de lo primariamente corruptible, de lo materialmente putrefacto: las afecciones primitivas debían acallarse bajo el sometimiento a la regencia de las leyes racionales, mucho más reales y deseables que los instintos primitivos. Es así como algo tan primitivo y humano como el interés puede ocultarse bajo la fórmula de lo indeseable y surge, como si de una reacción alérgica se tratara, la hipocresía.

La hipocresía, fingir un pensamiento, ya existía en tiempos antiguos, pero ese pudor modernista y esa afición humana por esconder los desechos bajo la alfombra fomentaron el surgimiento del "mono hipócrita", de ese monete al que le gusta maquillar su, tan natural, interés bajo capas y capas de literatura que ensalza el "ars gratia artis", el arte por el arte, el hablar por hablar, el hacer por hacer... el sempiterno gusto por convertir lo lucrativo en un acto desinteresado.

En resumen, que todos los medios de comunicación están, aunque enarbolen el estandarte del objetivismo, decantados; como el perro que va camino de la pelota y huele la comida en la mano del amo, así los medios periodísticos se lanzan correteando hacia la palma que más carne fresca ofrezca por unos cuantos trucos, volteretas y posturitas.

Evidentemente, lo espero con ahínco, creo que quedan periodistas con clase y talento, que se llevan las manos a la cara cuando ven el número que los hambrientos cánidos están montando delante de las manos repletas de aquella carne colmada de vetas grasientas y sangrantes. Periodistas como Alda Ólafsson, cuya entrada en su blog ha encendido la chispa que durante todo el día estaba martilleando en mi cabeza.

William Shatner, "Common people" --> http://www.youtube.com/watch?v=HKbt3wRsZYw